Según Platón, son los deseos y las pasiones del cuerpo los
que ocasionan estados de desorden y de inquietud en el alma
de los hombres. En consecuencia, sólo mediante una continua
disciplina espiritual puede el hombre sabio dominar sus
apetitos carnales y alcanzar la serena contemplación de las
ideas puras. Esto se explica porque según Platón sólo el sabio